Tecnología y Futuro

Un equipo madrileño desarrolla sensores inteligentes para reducir el consumo energético doméstico

Un equipo madrileño desarrolla sensores inteligentes para reducir el consumo energético doméstico.

Por Carmen Ríos | Publicado el 19 de July de 2025, 07:40

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En el corazón del barrio de Lavapiés, un grupo de vecinos ha iniciado una serie de talleres creativos orientados a fortalecer los lazos entre comunidades de diferentes culturas. Esta iniciativa surge como respuesta a las crecientes tensiones vecinales provocadas por la gentrificación y la falta de espacios de encuentro.

Los talleres, organizados en colaboración con el centro social La Canica, incluyen actividades como pintura mural colectiva, creación de cortometrajes, y sesiones de cuentacuentos bilingües. La participación ha sido sorprendentemente alta, especialmente entre adolescentes y personas mayores que raramente comparten espacios comunes.

“Queríamos crear un lugar donde todas las voces se sintieran escuchadas”, explica María Fernanda Ruiz, artista plástica y coordinadora del proyecto. “El arte es una herramienta poderosa para tender puentes y romper prejuicios.”

Uno de los resultados más visibles de esta iniciativa es un gran mural situado en la plaza Nelson Mandela, donde jóvenes marroquíes, senegaleses y españoles han representado escenas de su vida cotidiana y aspiraciones compartidas. El mural se ha convertido en un punto de referencia para quienes transitan la zona.

La implicación del tejido comercial local ha sido clave para su sostenibilidad. Cafeterías, librerías y tiendas de productos étnicos han colaborado ofreciendo espacios o materiales, y en algunos casos, incluso han propuesto sus propias ideas para nuevos talleres.

Desde el inicio del programa, se ha observado una reducción de pequeños conflictos vecinales, según informa la Junta de Distrito Centro. Los organizadores sostienen que generar espacios donde se comparten historias personales tiene un impacto directo en la empatía y la convivencia.

Además de las actividades artísticas, se han incluido espacios de diálogo guiado por mediadores comunitarios. Estos encuentros permiten abordar temas delicados como el racismo, la discriminación por edad o género, y las diferencias religiosas, en un ambiente de respeto mutuo.

“Lo que más me sorprendió fue ver a mi abuela pintando junto a unos chicos que nunca se habían dirigido la palabra antes”, comenta Alicia, estudiante de Bellas Artes que participa como voluntaria. “Ahora se saludan cada vez que se cruzan por el mercado.”

La experiencia ha llamado la atención de otros barrios de Madrid, como Tetuán y Carabanchel, donde colectivos ciudadanos han solicitado asesoría para replicar el modelo. Los organizadores planean documentar el proceso en un manual digital de acceso libre.

La financiación proviene principalmente de presupuestos participativos y microdonaciones vecinales, lo que refuerza el sentimiento de pertenencia y corresponsabilidad entre los beneficiarios del proyecto.

Esta iniciativa demuestra que la transformación social también puede gestarse desde lo local y lo cotidiano, con creatividad, escucha activa y compromiso colectivo.